Laura Vázquez
¡Hola! Cuando en la secundaria me preguntaban los amigos de mis padres o familiares que quería ser de mayor, creo que nunca lo dudé, decía siempre lo mismo: ¡Me fascina la mente! Tengo que ser o psiquiatra o psicóloga. ¡Me encanta ayudar!
Un día siendo pequeña mi madre me regaló un libro: “Los renglones torcidos de Dios” de Torcuato Luca de Tena Brunet; y a pesar de que la decisión ya estaba tomada, su lectura no hizo más que reafirmar lo que ya sabía, estudiaría psicología y lo haría allá donde estuviese.
En ese momento, mi familia y yo nos encontrábamos en un periodo de transición por el trabajo de mi padre, nos habíamos mudado a Sabadell (Barcelona) hacía 15 años atrás cuando yo era un bebé y ahora era el momento de regresar a nuestra Galicia natal. A pesar de que algo me decía, que en algún momento volvería y que en Cataluña siempre tendría un hogar.
Siempre me ha fascinado el ser humano; ¡la mente humana en particular! ¿cómo una parte de nosotr@s puede controlarlo todo y hacer que seamos, sintamos y hagamos lo que somos?
Recuerdo haber puesto Psicología como primera opción en la lista de inscripción a la Universidad, y aunque lo que seguía a la lista eran carreras del ámbito social que también me gustaban, deseaba con gran anhelo entrar en esa facultad; (¡¡Aun sabiendo que era la segunda carrera más demandada en todo el Campus Sur de la Universidad de Santiago de Compostela!!)
En la guardería siendo bien pequeñita, mi profesora de parvularios le decía a mi madre: “Laurita los limpia a todos! Siempre hace la fila con los más pequeños y se asegura de que todos estén comiendo” Mi madre se reía, pero lo cierto era que siempre estaba pendiente y creo que, de alguna manera, siempre he hecho lo mismo por aquellos y aquellas que me rodean. Ha estado muy dentro de mí el cuidado al otro, y nunca podré dejar de hacerlo.
Mientras estudiaba en la universidad, el azar cruzó en mi camino a una brillante trabajadora social que me hizo adentrarme en el mundo de la enfermedad Mental. Primero en una asociación sin ánimo de lucro ya instaurada, y posteriormente al timón de la nuestra propia con la Fundación de Andaina Pro Saúde Mental.
Durante cinco años trabajamos en un increíble equipo disciplinar, cuyas familias fueron y serán siempre la fuerza que impulsa cualquier cambio.
En ese tiempo, me dediqué a la rehabilitación cognitiva, a la inserción social y laboral de los usuarios, así como a la lucha contra el estigma de la enfermedad mental. Fueron años de dedicación, cariño y mucho aprendizaje, donde descubrí que la normalidad es muy amplia, y cada uno tiene un lugar en ese vasto camino.
Tras la fundación y acomodación de Andaina, como parte imprescindible de un crecimiento personal, tuve la necesidad de una experiencia en el extranjero. Así que decidí emprender un nuevo camino lejos de la comodidad de casa y de los míos.
Fue entonces cuando tuve la fortuna de aprender una visión generalista del ser humano en el ámbito laboral; cuyos conocimientos me han ayudado a brindar mis recursos en la formación, la motivación, la atención y cuidado de la parte humana de cualquier institución. Trabajé en el departamento de recursos humanos de una multinacional española, la que me permitió formar a otros en los valores y cultura de la empresa, así como a apoyarlos y guiarlos en todo aquello que pudieran llegar a necesitar.
Durante mi estancia en Londres, con las dificultades que entraña el nuevo idioma, la cultura, etc. Me descubrí evolucionando en el país anglosajón, y no me refiero solo lingüísticamente hablando, o ni siquiera en su idiosincrasia típica, sino que el mero hecho de estar uno consigo mismo, me hizo descubrir partes de mí que desconocía, y abrí los ojos por primera vez.
Fue entonces, cuando afortunadamente empecé mi búsqueda personal. Había trabajado y tratado a varios de mis pacientes en España, había trabajado con la enfermedad mental de cerca, pero me quedaba algo pendiente conmigo misma. Así que empecé a conocerme mejor, a seguir leyendo, a entender porque había tenido varias relaciones amorosas fallidas, porque sentía que no encajaba en mi país o en cualquier otro, y porque a pesar de tener todas mis necesidades cubiertas, seguía sin sentirme plena.
Para cualquiera que me lea, debe resultar extraño, cuanto más difícil de entender, el que una persona teniendo los mismos recursos que tenía yo por aquel entonces, (mi profesión, mi formación) se sintiese de esa manera; pero era lo que sentía en ese instante y no podía sentirme de otra forma. Es liberador expresar lo que uno lleva dentro y en este momento, contándotelo a ti, me hace bien.
En ese momento es cuando descubrí a Laura Vázquez y lo que significaba. Siento que el irme fue y será siempre, la mejor decisión de mi vida, me quitó una venda de los ojos y el estar sola me hizo comprender que solo uno tiene la solución. Me hizo ver una realidad propia que solo yo podía cambiar, y me hizo entender que a veces necesitamos un momento para nosotros/as mismos/as para percatarnos que debemos escucharnos y ser como somos.
A veces, como el alquimista, necesitamos alejarnos de nuestro círculo para darnos cuenta de las cosas; necesitamos emprender un viaje buscando un por qué, un tesoro… para darnos cuenta después, de que éste siempre estuvo en nuestros propios ojos, en nosotros mismos…
Me descubrí, apliqué lo aprendido y desde entonces mis esfuerzos se dirigen a que otras personas puedan sentir lo mismo que he sentido yo. ¡Ayudar a otras personas a sentir que se puede! que se puede ser feliz y que nos lo merecemos todos y todas!
Me descubrí, apliqué lo aprendido y desde entonces mis esfuerzos se dirigen a que otras personas puedan sentir lo mismo que he sentido yo. ¡Ayudar a otras personas a sentir que se puede! que se puede ser feliz y que nos lo merecemos todos y todas!
Escríbeme y en un máximo de 24/48 horas te daré respuesta.
